dijous, 12 d’abril del 2018

La extrema derecha valenciana que nunca se fue

Aunque llevaba unos años sin dar prácticamente señales de vida, el anticatalanismo ha vuelto a sacar a las calles a los grupos ultras más agresivos. Mientras, PP, Cs, VOX y otras marcas regionalistas y ultraderechistas compiten ya por el voto españolista para desbancar al tripartito en 2019. 


Ultras golpean a un fotoperiodista de El País durante la manifestación del 9 de Octubre en Valencia.  EVA MÁÑEZ



Miquel Ramos - El Salto - 11 de abril 2018
El pasado 9 d’Octubre, decenas de ultraderechistas protagonizaron numerosas agresiones y altercados durante el transcurso de la tradicional marcha de la izquierda valencianista de la Diada. Suelen estar presentes todos los años durante el paso de la procesión cívica matutina, donde desfilan todas las organizaciones de este espectro, desde las tradicionalistas hasta los grupos neonazis. Algunos de estos aprovechan el día festivo para pasar la tarde viendo desfilar la manifestación de la izquierda. Algunos insultan. Otros hacen fotos. Y otros posan desafiantes ante la mirada pasiva de los miles de manifestantes, que no suelen entrar al trapo y prosiguen su marcha. 

El año pasado, sin embargo, la convocatoria a través de varias redes sociales reunió a decenas en el mismo lugar donde tenía previsto partir la Comissió 9 d’Octubre bajo el lema “Si al valencià”, en referencia a la defensa de la lengua valenciana. Las imagenes de las agresiones fueron retransmitidas en directo por La Sexta, que tuvo que cortar la emisión por la violencia extrema que se estaba emitiendo en pleno horario infantil. Inmediatamente empezaron a circular vídeos de varios periodistas y de los mismos manifestantes mostrando el acoso de los ultraderechistas a lo largo del recorrido. Primero sin que hubiese policía, y más adelante ante la mirada pasiva de los agentes. Ese día, a pesar de las imágenes, no hubo detenciones.  
Las imagenes de las agresiones fueron retransmitidas en directo por La Sexta, que tuvo que cortar la emisión por la violencia extrema que se estaba emitiendo en pleno horario infantil
No es verdad que nadie se esperaba lo que sucedió. Viendo cómo se desarrollaban los acontecimientos al calor del referéndum en Catalunya celebrado una semana antes, era bastante obvio que los valencianos íbamos a pagar también el pato tarde o temprano. Pero se menospreció a los fascistas y se confió en que la Delegación de Gobierno protegería la manifestación autorizada. Dos errores imperdonables para esa izquierda y ese valencianismo que durante décadas habían sufrido la violencia constante e impune de estos grupos. ¿Ha vuelto esa ultraderecha valenciana tradicionalmente violenta e impune que parecía derrotada? La respuesta es que nunca se fue.  

Los sucesos del 9 de octubre han vuelto a poner el foco sobre la eterna extrema derecha valenciana, que, aunque parecía dormida, ahora trata de resurgir aprovechando su sintonía con el relato oficial ante los sucesos que envuelven el conflicto catalán. Esta ultraderecha, aunque no vote a los partidos de este espectro, ya había encontrado su acomodo (como en todo el estado español) en el PP y más recientemente, algunos, en Ciudadanos o más recientemente en VOX, que trata de ocupar ese espacio a la derecha del PP participando activamente en los procesos judiciales contra el independentismo catalán. Estos partidos saben que el anticatalanismo genera muchos votos en el País Valenciano, y llevan peleándose por estos desde la Transición. Estos y las decenas de siglas aparecidas y desaparecidas en 40 años. Ahora, de nuevo, ese espacio en disputa vuelve a ser el campo de batalla de la ultraderecha, a ver quién es más patriota.  
La disputa por ser el mayor y mejor defensor de la unidad de España en el País Valencià ante el peligro de contagio del soberanismo catalán ya ha empezado
Hoy, el estímulo que recibe el nacionalismo español a través de los medios de comunicación y de los partidos autodenominados “constitucionalistas” está volviendo a acomodar a esa extrema derecha en el relato oficial. Ahora bien, la disputa por ser el mayor y mejor defensor de la unidad de España en el País Valencià ante el peligro de contagio del soberanismo catalán ya ha empezado.  

Concentracion fascistas valencia 2
Feixistes concentrats davant l'acte pel dret a decidir el 25 de setembre de 2017 a València  MARTA NAVARRO

Toda la derecha y la extrema derecha valenciana sabe que el anticatalanismo es uno de los más prolíficos discursos para sus públicos. El PP lo ha esgrimido constantemente antes y desde que el tripartito Compromís,PSPV-PSOE y Podem empezó a gobernar la Generalitat y el Ayuntamiento de València. Más ahora con los recientes acontecimientos en Catalunya.  


Por su parte, Cs ha pisado el acelerador en esta materia estas últimas semanas, como plasmó su portavoz autonómico Fernando Giner en un articulo publicado el pasado 31 de marzo en El Español titulado “Parar el procés a la valenciana”. En este, señala a varias organizaciones que históricamente han mantenido viva la lengua y la cultura popular valenciana al margen de sus instituciones. Además, no duda en describir a Compromís como “el brazo político del independentismo en Valencia”, a pesar de que esta coalición nunca se definió como independentista.  

La misma semana, el ex presidente del gobierno español José María Aznar aterrizó en València para participar el el II Foro #IdeasFAES de la fundación que él mismo preside. Bajo el título “La Comunidad Valenciana ante el nacionalismo catalán”, varios “ expertos en educación, pedagogía, derecho, filosofía y comunicación” alertaron casualmente de lo mismo que Giner: el “designio expansionista” del nacionalismo catalán, que afecta también a Baleares. Este supuesto imperialismo catalanista no es más, empíricamente, que la defensa común de la lengua que comparten los tres territorios. Aunque esto no signifique una defensa política de los llamados Països Catalans, solo defender su coordinación práctica con aquello que les une, ya supone para la derecha una oculta intencionalidad de trabajar por romper España. Aznar invitó así a reforzar “todos los activos políticos, institucionales y sociales” para frenar el independentismo catalán.  
También España2000 ha centrado su actividad en combatir al gobierno valenciano acusándolo de cómplice del separatismo, lo mismo que hoy hacen Aznar y Giner
Con estos dos grandes partidos volcados en el discurso anticatalanista en València, poco espacio queda para otros. Aun así, siempre existen aquellos a quienes este nacionalismo les sabe a poco, y tratan de hacerse un hueco con este discurso como eje principal de su campaña. Así es como hoy trata de resucitar el ex falangista Juan García Sentadreu su fracasado proyecto político Coalición Valenciana, con un congreso a primeros de mayo del que nadie sabe qué surgirá. Como él mismo ha anunciado, “estaremos dándole vueltas a cuál es la manera más eficaz para desalojar al catalanismo de las instituciones y defender nuestros intereses como valencianos y españoles.”  

También España2000, a pesar de haber perdido la mayoría de sus concejales en el País Valencià (solo le queda uno en Silla), ha centrado su actividad en combatir al gobierno valenciano acusándolo de cómplice del separatismo, lo mismo que hoy hacen Aznar y Giner. Si bien este partido siempre trató de pescar en aguas regionalistas, ahora más que nunca ha incrementado su presencia y visibilidad. Su acción más mediática fue la visita nocturna al domicilio familiar de la vicepresidenta Mónica Oltra. Desde entonces, allá donde haya cualquier acto que huela a catalanismo, allí están.  

Ante este panorama, no se puede afirmar que la extrema derecha valenciana haya experimentado un incremento notable. Simplemente ha vuelto a salir a la calle como llevaba haciendo desde la Transición. Conocedores de la impunidad que les ha protegido durante décadas y animados por la campaña nacionalista de Cs y PP, hoy en la oposición. Una fuerza de choque contra las aspiraciones de la izquierda y el valencianismo. Hoy, ante la situación de Catalunya, son también el castigo “descontrolado” a la disidencia ante la sucesión de recortes en derechos y libertades. De momento, el ataque a la manifestación del 9 de octubre fue su exhibición más violenta. Está por ver hasta dónde están dispuestos a llegar y hasta cuándo van a seguir impunes. 

«València va convertir-se en un dels centres neuràlgics del neonazisme a l'Estat espanyol»


Miquel Ramos (València, 1979) va passar dels escenaris a la investigació periodista i activista. Exmembre de la banda valenciana Obrint Pas, Ramos s'ha especialitzat a seguir la pista als moviments de l'extrema dreta. Articulista en diversos mitjans estatals i internacionals, ha estat cofundador del projecte crimenesdeodio.info. Llicenciat en ciències de la informació, va realitzar una investigació sobre l'extrema dreta espanyola davant la crisi econòmica durant els seus estudis postgrau a la Universitat de València. EL TEMPS conversa amb l'investigador sobre la figura de Guillem Agulló, l'extrema dreta d'ahir i d'avui al País Valencià i de com s'articula la lluita contra el feixisme.

-Perquè s'ha convertit Guillem Agulló en un símbol de l'antifeixisme al País Valencià i a la resta de l'Estat espanyol?
Cal analitzar el context en el qual va produir-se aquell assassinat. Al País Valencià i a la resta de l'Estat espanyol, l'extrema dreta estava experimentant una transformació, una mena de transició de la ultradreta que hi havia en el règim franquista i la que va començar a néixer després de la mort del dictador. Al caliu dels canvis que estaven produint-se a Europa, al País Valencià i a l'Estat espanyol va començar a implantar-se una mena d'extrema dreta força influenciada pel que ocorria a la resta dels estats europeus. Van instaurar-se unes bandes neonazis que comptaven amb la seua parafernàlia skinhead, amb els seus grups particulars de música anticomunista, etc. València, per exemple, comptava amb Acción Radical. A Madrid, estava present Bases Autónomas i a Barcelona Vanguardia Nacional Revolucionaria. Fins i tot, va importar-se la vinculació, abans escassa, entre feixisme i les graderies de futbol.
-Estem parlant dels anys 90. Els moviments d'esquerres també estaven experimentant canvis.
Exacte! Hi havia un antifeixisme que també estava influenciat per les noves tendències europees. El moviment okupa, l'antifeixisme autònom, l'esquerra radical europea... Guillem fou part d'aquella generació d'antifeixistes que començava a patir una nova escalada de la violència feixista. Només cal recordar els assassinats de Lucrecia Pérez o de Sonia Palmer. Tots aquells crims i, especialment, el de Guillem foren molt durs per al moviment d'esquerres a tot l'Estat espanyol, no solament al País Valencià. Guillem, a més, era una figura que destacava, tot i la seua joventut, en aquells moviments. De fet, pertanyia al SHARP, un col·lectiu antiracista que combatia els grupuscles feixistes. Tota aquella generació, i les posteriors també, no podem deixar d'identificar-nos amb Guillem. Ens haguera pogut ocórrer el mateix a qualsevol de nosaltres.
-Per què l'assassinat de Guillem Agulló va suposar un sotrac a l'esquerra valenciana, afavorint certa unitat pel que fa, almenys, a l'acusació popular?
Cal tenir en compte que la preocupació pels grupuscles feixistes era només una qüestió de l'esquerra radical. Aquell crim va commocionar la societat, va obrir-li els ulls. De fet, a mi, amb només 14 anys, va obrir-me'ls. Vaig entendre que calia combatre el feixisme, que no podíem no fer res, ni quedar-nos aturats. El feixisme gaudia de certa impunitat. La resposta de les administracions, de la judicatura, dels principals partits, de la majoria dels mitjans de comunicació era obviar el problema. No importava que fóra una època molt dura, en la qual hi havia moltes agressions violentes. Recorda, de fet, com la mateixa sentència va reduir aquell crim de motivacions polítiques a una simple baralla. Era el mateix relat que certs mitjans de comunicació van promoure. Això sí, quan no intentaven, i encara ho fan, criminalitzar la figura de Guillem.
-Continua.
A més, la unió entre els diferents col·lectius fou necessària davant un perill que atacava sense contemplacions durant aquells anys. En aquell moment, les bandes neonazis actuaven de manera molt més descarada. Has de tenir en compte que València va convertir-se en un dels centres neuràlgics del neonazisme a l'Estat espanyol. La ciutat formava part del triangle que conformaven junt amb Barcelona i Madrid. En Falles, fins i tot, van organitzar-se concerts de música anticomunista als quals van acudir nazis de tota Europa. I de manera habitual, aquestes bandes sortien de cacera per la ciutat. Els seus objectius eren qualsevol integrant del moviment okupa, de les iniciatives en favor de la insubmissió militar, independentistes... Feien cacera pels barris més freqüentats pels activistes de l'esquerra.
-En tot aquell context, quines sensacions van tenir-se en conèixer la sentència de l'assassinat de Guillem Agulló?
De ràbia absoluta i d'impotència. Va reduir-se tot, com he dit abans, a una simple baralla entre xavals quan era un crim de motivacions polítiques. Vam sentir-nos molts sols. S'havia assassinat una persona que creia en els valors de la llibertat, de la democràcia, amb els ideals humanistes, i la resposta de la judicatura fou aquella. La sentència creava una sensació i una situació d'impunitat davant els atacs que rebia l'esquerra dels grupuscles d'extrema dreta. Va comportar un cert replegament, però un reforç de la convicció que calia plantar batalla contra el feixisme. Ara bé, calia organitzar-se, coordinar-se per fer front a la ultradreta. En cas contrari, estaríem allunyats de la realitat. Havíem de continuar lluitant. Guillem ho havia pagat amb la seua vida.
-Com va posar-se fi a aquella època d'agressions sense amagar-se dels grupuscles feixistes?
La pressió de l'opinió pública per la reiteració de les agressions i la violència va provocar també un replegament d'aquests grupuscles feixistes. Després d'aquella emergència de bandes neonazis, a Europa comencen a tenir força partits d'extrema dreta com ara el Front Nacional de Jean Marine Le Pen. A l'Estat espanyol, trobem casos com el d'España 2000 o Democracia Nacional, que es creen a finals dels anys 90 emulant aquesta nova extrema dreta europea amb pàtina democràtica. Tot i que hi ha gent que continua en els grupuscles neonazis, inclús en ambdós escenaris, la majoria penja les botes i es posen vestit i corbata. És el seu pas a la política, diguem-ne, institucional.
-Després de la transformació del món de l'extrema dreta més espanyolista, sobta l'aparició, de nou, d'un entramat neonazi de bandes encara més perilloses per les seues activitats i el seu maneig de les armes? Parlem de l'Operació Panzer al País Valencià.
No sobta. Atemoreix i transmet una sensació de perill per no detectar-ho abans. Val a dir que en l'Operació Panzer la Guàrdia Civil va fer, en un primer moment, un bon treball. Cal recordar, a més, que no es tracta només del Frente Antisistema al País Valencià. A la resta de l'Estat espanyol, Panzercoincideix amb altres operacions diferents en les quals es desmantellen organitzacions neonazis de caràcter internacional força perilloses com són Blood and Honour i els Hammerskin. Unes bandes neonazis que, curiosament, són condemnades, al contrari del que ocorre al País Valencià amb el Frente Antisistema. A la presència d'aquest i altres grupuscles al territori valencià, s'hi suma la violència blavera. La violència nazi i la blavera conviuen paral·lelament.
-I fruit de l'existència d'aquestes bandes i del risc que podien ser-ne totes víctimes, determinats col·lectius funden, per a personar-se en l'acusació popular, l'Acció Popular contra la Impunitat.
Sí, es tracta d'una unió tàctica de col·lectius que són víctimes. Recorda que durant aquells anys, al principi de la dècada dels 2000, hi ha reiterats atacs amb explosius a la seu de la Comissió d'Ajuda al Refugiat (CEAR), Ca Revolta rep trets a la finestra, desenes de seus polítiques són incendiades i atacades cada setmana... Són atacs que rarament transcendeixen més enllà de València. S'assumeix que s'ha de conviure amb aquest clima de violència. L'Acció Popular contra la Impunitat intenta trencar amb els silencis mediàtics i s'ocupa de denunciar fets concrets per mostrar com actua el feixisme al País Valencià. També organitza campanyes, promociona informes al Parlament Europeu...
-Entre l'assassinat de Guillem Agulló i les agressions del passat 9 d'Octubre, hi ha una connexió. Es tracta de l'afició ultra del València CF. Que aquest grupuscle en el seu moment insultara en el camp a Agulló i que determinats membres foren identificats pels aldarulls a la manifestació de vesprada durant la diada valenciana és una mostra de la continuïtat de la impunitat del feixisme?
El món ultra del futbol a la ciutat de València sempre ha estat trufat d'elements de l'extrema dreta. Ha estat una constant.
-És un bon reconeixement a la memòria de Guillem Agulló la inauguració d'un passeig central al Jardí de Vivers de València? Els col·lectius promotors demanaven un carrer principal.
Personalment, haguera preferit una avinguda o un carrer central a València. Ara bé, el record de Guillem s'ha mantingut al llarg del temps gràcies a la societat civil organitzada, molt per davant, com sempre, de les institucions. Cal reconèixer, això si, l'homenatge que va realitzar-se fa uns anys a les Corts Valencianes, que va crear un premi anual que duu el nom de Guillem... S'han d'aplaudir aquestes accions, malgrat que nosaltres sempre demanarem el màxim. Foren gestos molt importants, però encara queda molt per fer.
ALTRES ENTREVISTES PUBLICADES AL SETMANARI EL TEMPS AMB MOTIU DEL 25 ANIVERSARI DE L'ASSASSINAT DE GUILLEM AGULLÓ: 


25 años del asesinato neonazi de Guillem Agulló

El crimen contra este joven valenciano marcó a toda una generación y ha sido reivindicado como símbolo contra la impunidad de los crímenes de odio.




MIQUEL RAMOS VALÈNCIA - 10 Abril 2018 - EL SALTO DIARIO 

El 11 de abril se cumplen 25 años del crimen que acabó con la vida del joven antifascista Guillem Agulló, de 18 años, en Montanejos (Castelló) a manos de un grupo neonazi. La defensa de los cuatro acusados, así como la sentencia, obviaron durante todo el proceso, celebrado en 1995, el carácter político del mismo, que terminó con un solo condenado, Pedro José Cuevas Silvestre, a 16 años de cárcel, de los que acabaría cumpliendo tan sólo cuatro.
El proceso estuvo plagado de desafortunadas campañas de prensa contra la víctima y su entorno, encabezadas por el diario Las Provincias que dirigía entonces la periodista ultra María Consuelo Reyna, y que trataban de criminalizar a los colectivos antifascistas e independentistas, y concretamente a la organización juvenil Maulets, donde militaba Guillem. Eran años convulsos en los que grupos nazis protagonizaban incidentes casi todas las semanas. 
Dos años antes, en Barcelona, había sido asesinada Sonia, una joven transexual apaleada hasta la muerte por un grupo de skins nazis, y doce meses más tarde la inmigrante dominicana Lucrecia Pérez fue asesinada a tiros por un comando fascista en Madrid. A Guillem le siguieron muchos más hasta la actualidad, más de 80, tal y como refleja el mapa de crimenesdeodio.info que detalla cada caso documentado desde 1990 hasta 2015.  
Durante estos 25 años, el recuerdo de Guillem ha sido reivindicado precisamente como un antídoto contra el olvido
El asesino de Agulló, que negó durante el juicio profesar la ideología nazi, fue detenido de nuevo en 2005 por la Guardia Civil en el marco de la Operación Panzer, junto con más de una veintena de supuestos neonazis que, según la nota de la Benemérita, vendían armas por internet y organizaban cacerías de inmigrantes y militantes de izquierdas. El juicio a esta organización, el Frente Antisistema (FAS), terminó en 2015 con la absolución de todos sus miembros y la condena en costas (más de 42.000€) a las organizaciones de la Acción Popular Contra la Impunidad.  

Esta plataforma denunció en 2007 que Cuevas, asesino de Guillem, se presentaba a las elecciones en las listas del partido neonazi Alianza Nacional por la localidad valenciana de Xiva. Desde entonces, además de ejercer la acusación popular en el caso panzer, documentaron todas las agresiones que venían sucediendo en el País Valenciano. 
Durante años, el domicilio familiar de los Agulló i Salvador fue objeto de pintadas burlándose de la muerte de su hijo
Durante estos 25 años, el recuerdo de Guillem ha sido reivindicado precisamente como un antídoto contra el olvido, contra la impunidad de muchos crímenes fascistas que se han producido a lo largo de estos últimos años, tal y como denunciaron desde la citada plataforma en un listado de los crímenes de odio que siguen todavía sin esclarecerse en el País Valenciano.
Éstos van desde los diversos ataques con cócteles molotov al centro social La Quimera de Mislata, hasta los disparos contra el centro social Ca Revolta o las bombas contra las sedes de ERPV, PSPV-PSOE, BNV, varias mezquitas y el local de CEAR en Valencia, que recibió más de una decena de ataques en poco más de un año. En ningún caso la policía ha realizado ninguna detención, un hecho que fue denunciado tanto ante las Cortes Valencianas en varias ocasiones como ante el Congreso de los Diputados en 2009 y la Comisión Europea en 2010.

Esta pasada semana, la sede de la Associació Cultural Bassot, que organiza cada año una concentración el 11 de abril, día del aniversario del asesinato, fue víctima de pintadas nazis en su fachada. Durante años, el domicilio familiar de los Agulló i Salvador fue objeto de pintadas burlándose de la muerte de su hijo, además de recibir llamadas anónimas reiteradamente. 

RECONOCIMIENTO INSTITUCIONAL 

A pesar de que la sociedad civil había recordado siempre a Guillem en multitud de actos, las instituciones habían mirado hacia otro lado. Lo intentó Esquerra Unida en 2013 con una declaración institucional que no aceptó el PP, que llevaba gobernando la Generalitat desde 1995. Con la llegada a la Generalitat del tripartito Compromís, PSPV-PSOE y Podem, el año 2016 se volvió a intentar y finalmente salió adelante con la firma de todos los partidos políticos con representación en las Cortes Valencianas. Además, se acordó otorgar cada año un premio a personas destacadas por su lucha contra los delitos de odio con el nombre de Guillem Agulló.  

También desde el Ayuntamiento de València se acordó dedicar un paseo del jardín de Viveros con el nombre del joven antifascista. Varios colectivos realizaron una campaña para que el consistorio le dedicara una calle en la ciudad, pero finalmente se acordó que fuese un paseo en el jardín, no sin suscitar algunas críticas por parte de familiares y amigos de la víctima, que lo ven insuficiente. Aun así, el paseo se inagurará el próximo 21 de abril tras una manifestación bajo el lema “País Valencià, un país obert” en homenaje a Guillem Agulló, convocada por Acció Cultural del País Valencià y apoyada por colectivos musulmanes, judíos, gitanos, LGTBI y asociaciones culturales, sindicales y sociales de todo el País Valenciano. 

Betlem Agulló,  hermana de Guillem, antes la canción "No tingues por", de Obrint Pas

Además, en estos últimos años, varias ciudades valencianas y catalanas han puesto el nombre de Guillem Agulló a alguna de sus calles o espacios públicos: Burjassot, Favara o Simat de la Valldigna, Sallent o Molins de Rei entre otras. 

GUILLEM Y YOLANDA 

La sensación de impunidad fascista es lo que motivó a los familiares y amigos de Guillem y a los allegados de Yolanda González, joven militante socialista secuestrada y asesinada por fascistas en 1980, a intercambiar cartas de apoyo que se leyeron en sendos homenajes celebrados el mismo día en Madrid y en Burjassot en 2013. Ambas historias, separadas por el espacio y el tiempo, representan en gran medida, según una de estas cartas, “la indolencia institucional ante los crímenes fascistas”, y es que el asesino de Yolanda, Emilio Hellín, que fue localizado por el diario El País bajo otro nombre, trabaja en la actualidad para las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado.  

UNA PUÑALADA EN EL CORAZÓN DE TODO UN PAÍS 

El 11 de abril de 1993 Guillem Agulló participaba en una acampada en la localidad de Montanejos, Castellón. El joven de 18 años, natural de Bujassot, Valencia, y militante de la organización independentista Maulets, recibió una puñalada en el corazón en un callejón de la localidad castellonense. Un grupo de neonazis acudió al lugar tras recibir una llamada de alguien que le había reconocido o sabía que se encontraba allí, y segó la vida del valenciano en una emboscada a traición. El padre de la víctima, también llamado Guillem Agulló, ha denunciado que cada 11 de abril aparecen en los alrededores de la vivienda familiar pintadas alusivas a los hechos como “Guillem jódete” o “Guillem muerte, muerte, muerte”. “No se arrepienten de nada y las pintadas todos los años así lo certifican”, lamenta el padre de Agulló. 


* El artículo es una actualización del publicado en 2013 en Diagonal

Guillem Agulló, recordant un símbol de la lluita antifeixista


MIQUEL RAMOS - DIRECTA - 11 D'ABRIL 2018

La primavera de 1993 sempre s’ha recordat com una fita trista a Burjassot, arran de la mort de dos fills d’aquell poble de l’Horta Nord, separat de la ciutat de València només per un carrer, fet que va marcar la història del País Valencià per sempre. Primer fou Vicent Andrés Estellés, el gran poeta valencià, que va morir el 27 de març. Quinze dies després, un jove de 18 anys, Guillem Agulló, va ser assassinat per un grup de nazis a Montanejos (Alt Millars) d’una ganivetada al cor. Tots dos van passar a formar part, per casualitat, de la història d’un país que renaixia després dels foscos anys de la dictadura franquista i de la inacabada transició. Inacabada perquè Estellés continuava sent objectiu dels atacs de l’extrema dreta espanyolista –que també atemptava contra Joan Fuster, Sanchis Guarner i tants d'altres– i perquè Guillem Agulló fou assassinat, precisament, per oposar-se a aquests residus del passat feixista que alguna gent ja creia superats. Res més lluny de la realitat: Agulló esdevingué la prova que demostrava la vigència del feixisme més criminal a casa nostra, amanit per una sospitosa indolència institucional i per un seguit d’esdeveniments que, al llarg d’aquests 25 anys, han demostrat la impunitat eterna de l’extrema dreta al País Valencià.

Guillem era militant de l’organització independentista Maulets i del col·lectiu antiracista SHARP i era habitual veure’l al Kasal Popular del carrer de la Flora, una casa okupada que fou l’escola política de moltes joves d’aquells primers anys noranta, a cavall entre el darrer Govern del PSOE i la conquesta de l’Ajuntament de València i la Generalitat Valenciana per part del PP. Al mateix temps, però, els sectors caducs franquistes van passar el relleu als nous cadells de l’extrema dreta, més semblants als seus homòlegs europeus i encarnats pels nous moviments skinheads neonazis, que poc abans ja havien protagonitzat terribles crims com el de Sònia, una jove transsexual assassinada a colps a Barcelona l’any 1991, o el de Lucrecia Pérez, una migrant dominicana assassinada a trets a Madrid per un grup de feixistes, entre els quals hi havia un guàrdia civil.
 
Acción Radical
València s’havia convertit en un centre operatiu important d’un dels grups nazis més actius a l’Estat, que ja feia cinc anys que protagonitzava agressions i que, el 1992, va organitzar el primer Concierto por la Raza, que va reunir uns quants centenars de caps rapats vinguts d’Europa. Acción Radical s’havia presentat al públic durant la vaga general de 1988 portant una pancarta en català decorada amb una creu cèltica on es podia llegir: "Contra el capital, lluita radical". Segons publicà llavors el setmanari El Temps, en una de les revistes d’Acción Radical apareixia com a adreça de contacte el despatx de Levantina de Seguridad –l’empresa de l’advocat ultra José Luis Roberto, actual President Honorífic d’España 2000– situat a la Gran Via de València.
La nit de l’11 d’abril, Guillem Agulló es trobava a Montanejos amb una colla d’amics passant les vacances de Pasqua quan un grup de nazis de València es va dirigir directament contra ell. Entre tres persones, el van subjectar perquè Pedro Cuevas li assestés una ganivetada mortal al cor. Immediatament van marxar cridant “Arriba España”, mentre els amics d’Agulló intentaven buscar ajut. La policia no va detindre ningú aquella nit ni l'endemà. Els agressors es van entregar voluntàriament dies després.
El judici es va celebrar dos anys després, sota un clima convuls on es mesclaven la indignació de gran part de la societat valenciana per aquest crim i les constants agressions feixistes i la incessant activitat dels grups nazis a València. La policia va carregar diverses vegades contra les amistats i les familiars de Guillem Agulló que es concentraven a les portes de l’Audiència de Castelló on se celebrava el judici i fins i tot va aturar un dels autobusos organitzats per Maulets per desplaçar-se al judici des de València per fitxar totes les assistents. L’objectiu de la defensa fou despolititzar el crim, una versió que també van mantenir el PSOE i el PP, que no volien que el problema de la violència feixista els esquitxés. I aquesta fou la versió que acceptà el jutge: havia sigut una baralla entre joves amb un desenllaç dramàtic. Res més. Setze anys de presó per a només un dels imputats, Pedro José Cuevas Silvestre. La resta, absolts. Cuevas només compliria quatre anys. Maulets, que exercia l’acusació popular, va decidir abandonar el judici com a senyal de protesta per com s’estava instruint el cas. Mentrestant, el diari de la dreta valenciana Las Provincias, llavors dirigit per la ultradretana Maria Consuelo Reyna, es dedicava a criminalitzar Guillem Agulló i el seu entorn, rematant-lo a cada notícia.
Un crim polític
Anys després, la versió oficial de l’assassinat de Guillem es desmuntava. L’any 2005, la Guàrdia Civil va desarticular una organització nazi al País Valencià, el Frente Antisistema (FAS), que es dedicava, segons la nota de la Benemérita, a vendre armes prohibides i organitzar caceres contra immigrants i militants d’esquerres. L’operació Panzer va permetre detenir 27 persones, entre les quals, l’assassí de Guillem Agulló. Segons conta el periodista valencià Joan Cantarero al seu llibre La huella de la bota, Cuevas era un dels responsables de fabricar punys americans. La seva detenció evidenciava el caràcter polític del crim i tornava a posar el nom d’Agulló als titulars de premsa. I, per si no en teníem prou, dos anys després, el 2007, aquest mateix personatge es va presentar a les eleccions a les llistes del partit nazi Alianza Nacional (AN) al poble de Xiva (Foia de Bunyol).
Havien passat quasi 15 anys del crim, però la societat valenciana no l'havia oblidat. Es va convocar una roda de premsa a València –en què van ser presents representants del PSPV, d’EUPV, del BNV, de Maulets, d’ACPV, de la Intersindical i d'altres organitzacions– per demanar la il·legalització d’aquest partit. A més, el País Valencià continuava patint l’assetjament de l’extrema dreta arreu del territori, amb bombes contra seus polítiques, agressions, boicots a actes culturals i altres accions, que, des del franquisme, s’han succeït sense que hi haja hagut detencions ni condemnes. És per això que distintes organitzacions van decidir fer un pas endavant aprofitant la nova imputació de l’assassí de Guillem Agulló en el cas Panzer i es van presentar com a acusació popular al judici.
Aquests col·lectius van formar la plataforma Acció Popular contra la Impunitat, que reuneix més de 30 organitzacions socials, culturals, polítiques i sindicals i a la qual s’ha adherit, també, l’Ajuntament de Burjassot. La plataforma va fer arribar al Congrés espanyol i a la Comissió Europea les seues denúncies sobre els atacs impunes de l’extrema dreta, entre els quals es compten més d’una vintena d’atemptats amb explosius contra ONG i seus polítiques, agressions contra immigrants, mesquites, joves d’esquerres i independentistes i boicots habituals de grups ultres contra actes considerats catalanistes.
 
Impunitat, altra vegada
El desenllaç del cas Panzer no podia demostrar millor allò que es venia denunciant des de feia dècades. Primer, dies abans de començar el judici, al juliol de 2014, la Guardia Civil va destruir "per error" l’arsenal d’armes que havia confiscat anys enrere al grup neonazi. Després, el jutge va considerar que les escoltes telefòniques que van permetre desbaratar els plans d’aquesta organització, es van realitzar 'sense cap indici objectiu de comissió de delicte que permeta vulnerar el secret de les comunicacions'.
El diari El País va desvetllar durant el judici part d’una conversa de l’assassí de Guillem que figurava al sumari, sobre una cacera que preparaven: "Me llevo un pincho. Voy a hacer pupa (...). Hay que darles bien. Dejarlos mareados".
Al descartar les converses com a prova, la secció quarta de l’Audiència de València va decidir absoldre els neonazis. Tot i que l’acusació popular va recurrir al Trubunal Suprem, asquest no només va confirmar-ne l’absolució, sinó que condemnaria les organitzacions de l’acció popular a pagar les costes als advocats dels neonazis, que sumarien més de 42.000 euros.
 
El naixement d’un símbol
Des dels seus inicis, l’Acció Popular Contra la Impunitat reclamà investigacions rigoroses sobre els greus atemptats registrats els darrers anys, dels quals encara no s’ha esbrinat l’autoria. També va fer arribar informes als successius ministres de l’Interior espanyols i a les delegades del Govern i sempre obtenint la mateixa resposta: no n’hi ha per a tant; les forces i els cossos de seguretat de l’Estat estan treballant de valent. Fins i tot el delegat del Govern a qui es va traslladar la preocupació pels atemptats l’any 2009, Ricardo Peralta (PSOE), negà que la situació fos preocupant i afirmà que, malgrat els atacs, es vivia una absoluta “normalitat democràtica”, unes declaracions que van indignar encara més les víctimes.
Tot i que feia anys que l’extrema dreta valenciana havia reduït la seua activitat, la violència que vam veure el passat 9 d’Octubre ha tornat a activar totes les alarmes. Mai van marxar. Simplement, esperaven el seu moment per tornar.
Guillem, l’any 2016, va tindre el reconeixement institucional que li havien negat des del seu assassinat. Després d’una proposició no de llei presentada per la diputada d’EUPV Marina Albiol l’any 2013, rebutjada pel PP, les Corts Valencianes van acordar per fi reconèixer la figura de Guillem l’any 2016. Tots els grups polítics consensuaren la seua aprovació i s’alçaren per aplaudir la família, que envoltada d’amics, veia la declaració institucional des del pis més alt de l’hemicicle.
Així, les Corts acordaren també atorgar cada any un premi a persones destacades en la seua lluita per les víctimes de l’odi que portaria el nom de Guillem Agulló. L’any passat se’l va atorgar a Daniel Sanjuán, advocat de CEAR_PV i activista de la campanya CIEs NO, que havia faltat mesos enrere. Enguany, la persona guardonada encara no s’ha fet pública, però l’entrega serà el proper 25 d’Abril a les Corts.
 
La memòria eterna
Hui, els amics i amigues de Guillem Agulló recorden que allò que van cridar una i milers de vegades era cert: ni oblit ni perdó. Ells i elles són qui, molt abans que les institucions, han mantingut el seu record viu. Cada any. A Burjassot i arreu dels Països Catalans i més enllà. Les noves generacions de joves que ni tan sols havien nascut quan fou assassinat saben perfectament qui fou i com fou tot. I saben que una part d’ell és part d’elles i ells també hui.
Potser Estellés, si hagués estat viu, hauria escrit alguns versos al seu veí. Però ha sigut la societat valenciana i, per extensió, dels Països Catalans qui ha mantingut viu el record del jove antifeixista dedicant-li carrers arreu del País o nombroses cançons per part de diversos grups de música en català. Guillem Agulló ha esdevingut un símbol per a tota una generació que ha fet d’aquell cas la bandera de la lluita antifeixista. Per això l’extrema dreta l’esmenta sovint de manera insultant per provocar l’esquerra. És la seua advertència habitual, ja que saben que matar un jove d’esquerres, lamentablement, resulta molt barat al País Valencià.

Los ‘valencianistas’ de Zoido

Que el ministro Zoido catalogara así a los ultraderechistas que reventaron la manifestación del 9 d’Octubre, no es casual ni inocente […]. No fue más que una cacería contra el valencianismo progresista. Un acoso organizado y violento que hoy se instruye en los juzgados”, sostiene el autor.


Los ‘valencianistas’ de Zoido
Insultos al paso de la comitiva de Compromís durante los actos oficiales del 9 de octubre de 2015 en Valencia. FOTO: JORDI BORRÀS.

MIQUEL RAMOS - 07 diciembre 2017 - La Marea 
La construcción de un relato y la imposición de un marco conceptual que lo sustente es quizás la batalla de las ideas más importante. Para armar una visión de la realidad interesada es fundamental saber colonizar las mentes con la imagen que pretendemos dar de determinados sucesos y realidades. Existirán (y deben existir) varios puntos de vista sobre un mismo hecho o realidad. Pero la conquista del lenguaje y la imagen que queda de una historia, es sin duda la mayor victoria. 
El pasado 1 de diciembre el Ministro del Interior español, Juan Ignacio Zoido, respondió a las preguntas lanzadas por Ricardo Sixto (EUPV) y Alberto Garzón (IU-UP). Los diputados cuestionaron la actuación policial ante las agresiones de la extrema derecha a los manifestantes valencianistas del pasado 9 de octubre en València. Zoido, como si no hubiese visto las imágenes que aparecieron en todas las televisiones, en YouTube y en las redes sociales, calificó los hechos como un “conato de enfrentamiento entre grupos antagónicos, resolviéndose por presencia policial”, y negó que hubiera heridos y cargas policiales. No hace falta que estuvieses allí para verlo. Puedes, insisto, buscar en las redes sociales los vídeos de aquella tarde y comprobar hasta qué punto el ministro miente. Y cómo trata de quitar importancia a unos hechos que, además, no fueron ningún “conato” (que la RAE define como “intento frustrado”), sino que consiguió lo que se pretendía: aterrorizar, coaccionar y agredir a los manifestantes e impedir el normal transcurso de la manifestación. 
Aquella tarde, una plataforma de asociaciones formada por, entre otros, PSOE, CCOO, UGT, Intersindical, Compromís, Podemos e IU, tenía permiso para manifestarse por el centro de València. El lema era ‘Sí al valenciano’, y no era más que la tradicional marcha que cada año convoca la izquierda valenciana el Día del País Valenciano. Pero hacía muchísimos años, quizás desde la transición, que no se vivían unos episodios de violencia tan graves como los que vivimos quienes fuimos testigos (y víctimas) de aquella ignominia. 
Sin embargo, lo más indignante de las declaraciones del ministro es que tacha a los acosadores de haber estado allí “en defensa del valencianismo”. Esto va más allá de su banalización de la violencia y del problema que supone la extrema derecha, que aquel día impidió el normal desarrollo de una manifestación legal. 
Aquí, Zoido ya otorga la defensa del valencianismo a quienes, enarbolando banderas de España, escupían, insultaban, agredían y bloqueaban a los manifestantes que pedían una mayor protección a la lengua de los valencianos. Por supuesto que el lenguaje del señor ministro no es inocente. Sabe bien lo que dice, y el aplauso de los ultras a sus declaraciones así lo confirma. 
¿Qué es ser valencianista?
Que el ministro Zoido catalogara así a los ultraderechistas que reventaron la manifestación del 9 d’Octubre, no es casual ni inocente. No solo él, sino una gran parte de los medios de comunicación así llevan haciéndolo desde hace décadas, contraponiendo este adjetivo al supuesto “catalanismo” que representaría la parte contraria. Y aquí nos metemos de lleno en lo que se refería al principio: la batalla de las ideas en el lenguaje y los marcos conceptuales. 
Para los que reniegan de la unidad de la lengua, todo aquel que la asuma es “catalanista”. No importa que no lo sea, ni que ni siquiera lo pretenda, porque para ellos lo es. Y aquí entran desde los académicos (desde la universidad hasta los expertos en romanística de todo el mundo), hasta los miles de valencianos de todo signo político que defendieron una mejor financiación para el País Valenciano el pasado 18 de noviembre, ya que, según algunos sectores del blaverismo, esto serviría para financiar el catalanismo que emana del gobierno tripartito valenciano. 
Vicent Flor realizó una magnífica tesis doctoral en el año 2009 bajo el título El anticatalanismo en el País Valenciano: Identidad y reproducción social del discurso del blaverismo. De esta tesis, Flor publicó un resumen en formato libro titulado Noves glòries a Espanya: anticatalanisme i identitat valenciana (Afers, 2011). Y nada más gráfico para explicar la latencia del conflicto que los sucesos que se desarrollaron durante su presentación en la FNAC de València: un grupo de ultraderechistas, entre los que se encontraban miembros de España2000 y del Grup d’Acció Valencianista (GAV), la organización que durante décadas abanderó la lucha sin cuartel contra todo lo que consideraron “catalanista”, irrumpieron en la sala e impidieron el acto. Junto a Flor se encontraba la actual vicepresidenta del Consell, Mónica Oltra, que recientemente sufrió el acoso en su domicilio precisamente de estos grupos. 
Para el sociólogo, el valencianismo “es una ideología y un movimiento políticos que nace a principios del siglo XX que cuestiona el nacionalismo español y su propuesta de España unitaria y que defiende en un primer momento la recuperación del autogobierno y la oficialización del valenciano y, una vez conseguido estos, la ampliación de las competencias de la Generalitat Valenciana y la normalización del valenciano”. Este valencianismo es el que tradicionalmente se ha tildado de “catalanista”, aunque no tiene porqué aspirar a los Països Catalans ni tampoco a la independencia del propio territorio valenciano.
Contrariamente, el movimiento al que Zoido llamó “valencianista” y que también se conoce como blaverismo (en referencia a la franja azul de la senyera), es “anticatalanista, populista, conservador, regionalista y provincialista que defiende una identidad valenciana regional y subordinada a la identidad nacional española y que, por tanto, se opone frontalmente al valencianismo”, explica el sociólogo Vicent Flor. Para este experto en la materia, no es más que “un nacionalismo español que se reviste de autoctonismo, de valencianía que trata de considerar a los valencianistas como “traidores” a la ‘auténtica’ identidad valenciana”. El periódico Directa elaboró hace pocas semanas un mapa cronológico e interactivo con todos los actos violentos -la mayoría impunes- cometidos por defensores de estas ideas. 

Este sector, al que el señor Zoido llamó “valencianista” y que salió el pasado 9 d’Octubre a reventar una manifestación legal, ha gozado durante mucho tiempo de esta patente. No solo los medios afines les otorgan la etiqueta de valencianista, sino que también y sorprendentemente todavía hoy lo hacen varios medios progresistas. Lograron hace ya muchos años imponer su marco conceptual, aunque el extenso tejido asociativo que lo formaba, hoy en día tan solo sobrevive en pequeñas organizaciones tras haberse visto capitalizado por el PP. Sociológicamente es cierto que sigue vivo, sobre todo allí donde nació, en la ciudad de València y sus alrededores. Cada 9 de octubre, estos grupos ocupan las calles del centro de València durante la mañana para participar en la tradicional procesión de la Senyera, donde desfilan las autoridades. Cada año, esta efeméride se convierte en un escaparate para todos estos grupos, que se desgañitan al paso de los miembros de Compromís, hoy en el gobierno, entre insultos y amenazas de todo tipo. El diario digital La Veu realizó un clarificador reportaje cuando todavía gobernaba el PP para mostrar la tensión y la impunidad con la que los grupos más radicales actuaban en València.

La unidad de la lengua o el secesionismo no es lo más importante, a mi juicio. Lo que está en juego es la normalización del valenciano, y el secesionismo es una estrategia para atacarlo. Si conflictivizamos la identidad de la lengua, piensan los anticatalanistas, contribuimos a su desprestigio y dificultamos su recuperación social. Y, en buena medida, lo han conseguido”, apunta Flor. “No es de extrañar que una parte importante de la base social del blaverismo sean valencianohablantes conservadores y regionalistas que no han transmitido el valenciano a sus hijos porque pensaban que el castellano era un instrumento de movilidad social ascendente. Con el castellano llegarían más lejos que ellos con el valenciano y, a partir de la década de los sesenta, se encuentran con una propuesta para recuperar la lengua que ellos, con la ayuda activa del franquismo, habían decidido abandonar o relegar a aspectos no formales. Y, por tanto, reaccionaron en contra aprovechando el discurso de la identidad regional hegemónico contra el cual planteó Joan Fuster su propuesta valencianista”, concluye el sociólogo. 
El valencianismo definido por Flor, en cambio, es el responsable de haber mantenido viva la lengua y gran parte de la identidad valenciana que durante años había sido relegada a lo folclórico. Hoy existen decenas de grupos de música que cantan en valenciano. También una nueva generación de periodistas que se organiza y crea sus propios medios en valenciano. Una red de asociaciones que llevan las muixerangues y todas las expresiones de cultura popular a cada pueblo. Artistas como Pep Gimeno ‘Botifarra’, que recupera canciones y dichos centenarios hasta ahora olvidados, y que aprendió escuchando y grabando a decenas de personas mayores de todos los rincones del país. Y así, un sinfín de iniciativas que se desarrollaron en la más absoluta independencia de los poderes públicos durante los más de 20 años de gobierno del PP. Sin embargo, toda esta red cultural, muestra de la perseverancia de miles de personas, no merece para algunos la etiqueta de valencianista. 
Muchos de estos valencianos “traidores” estaban el 9 d’Octubre recibiendo insultos y escupitajos de esos a quienes Zoido sí llamó “valencianistas”. Más allá de su legítimo derecho a reivindicar sus postulados y su concepto de valencianidad, siempre por vías democráticas y no violentas, lo del 9 d’Octubre no fue más que una cacería contra el valencianismo progresista. Un acoso organizado y violento que hoy se instruye en los juzgados.